CASTILLO DE LA ROCHA FORTE

El Castillo de la Rocha Forte, también conocido como Castillo de los Churruchaos, es uno de los castillos medievales más emblemáticos de la mitra compostelana, y en el que se constata un periodo de ocupación desde, aproximadamente, el año 1240 hasta 1467, año en el que fue destruido hasta sus cimientos por los irmandiños en la conocida como Gran Guerra Irmandiña.

Fue el escenario de destacados hechos de la historia de Compostela y, hasta su destrucción, un símbolo del poder señorial del arzobispo de Santiago y la opresión ejercida sobre los habitantes de las tierras pertenecientes al señorío.

Desde su destrucción su piedra fue reutilizada en diversas construcciones; con ella se construyó el castillo del Pico Sacro(*) y otras construcciones llevadas a cabo en la ciudad de Santiago tras la sublevación contra el poder señorial, así como para la construcción de la propia catedral.

(*)LEYENDA RELACIONADA PICO SACRO
El Pico Sacro es un monte de forma peculiar en las cercanías de Boqueixón, Galicia.
Según una leyenda gallega local los discípulos del apóstol Santiago fueron instruidos a construir un sepulcro en el pico, pero encontraron un dragón en una cueva que guardaba la entrada al infierno.

SITUACIÓN
La Fortaleza de Rocha Forte se sitúa en la parroquia de Conxo, perteneciente al municipio de Santiago de Compostela, en la Comarca de Santiago, provincia de La Coruña.

Se encuentra, a una altitud de 185 metros, en el lugar conocido como la Rocha Vella, en la confluencia de un regato llamado de Vilar con el río Sar, en un pequeño promontorio al que rodean por sus lados este y norte ambos ríos. Se calcula que el recinto ocupa unos 4.000 metros cuadrados.

DESCRIPCIÓN
Conformado por distintas cercas, se conserva un fragmento de la cerca exterior, en el área sureste, con una longitud de 40 metros. De la interior se conserva todo el perímetro además de otras estructuras en la zona central donde se podría situar la torre del homenaje, así como los restos de los torreones, en sus ángulos y flanqueando el acceso principal.

Cuenta con dependencias subterráneas de las que hasta el momento sólo fueron documentados sus accesos escalonados.

Además de su valor defensivo, ya que servía de refugio a los arzobispos de Santiago -el lugar donde refugiarse cuando tenían sus más y sus menos con los levantiscos ciudadanos compostelanos-, era un enclave perfecto para controlar la entrada y salida de la ciudad de gentes y mercancías, ya que se encuentra en las cercanías del antiguo camino que unía Santiago con Noya y del camino de Padrón, al Camino portugués, que seguían los peregrinos a Santiago desde el sur de Galicia. Este fue el motivo principal de que el castillo, al contrario de lo que era habitual, se construyese a la orilla de un río, en el fondo del valle, y no en una posición predominante en altura.

El castillo funcionaba pues como punto de control del camino hacia el mar, como primer puesto de defensa ante previsibles invasiones que pudieran acechar la sede arzobispal, a través de la ría de Arosa y el río Ulla.

Esta importancia estratégica ya es recogida en el Pleito Tabera – Fonseca. Fue este un arbitraje o concordia que tuvo lugar en el segundo cuarto del siglo XVI entre el arzobispo de Compostela y después de Toledo Alonso III de Fonseca y su sucesor en el cargo Juan Pardo de Tavera. En la pregunta nº 13 del representante de Tavera, Pedro de Cisneros destaca la importancia estratégica del enclave:

“Si saben que la dicha Rocha Fuerte era muy nesçesaria e importante a la dicha dignidad arçobispal de santiago, ansi para poder sojuzgar a dicha çiudad de Santiago quando tubo resabios con los arçobispos como para asegurar los caminos de Portogal e Pontebedra y Padron, Muros, Noya, Finisterra y otras muchas partes y para resistir a las fortalezas de Altamira que se llebanto después de derribada la dicha Rocha y para sojuzgar a los vasallos feudatarios de alderredor y defender las jurisdiçiones y vasallos de la Iglesia questan en la comarca. Digan e declaren lo que saben de la dicha pregunta.”

De los testimonios presentados, aunque deben ser interpretados con suma cautela como parciales por la propia naturaleza del pleito o concordia y de provenir de fechas posteriores a su ruina, se puede extraer una descripción del castillo antes de su ruina definitiva.

Estaría conformada por lo tanto por tres recintos amurallados alrededor de una estructura organizativa básica cuyo eje central era la torre del homenaje con sus cuatro pisos. Junto a ésta, una capilla (abovedada) con la advocación de Santa Eufemia. Todo el conjunto “…muy bien edificada todo de cantaría de piedra de grano con su mezcla de cal y argamasa…” dispuesto en tres niveles o alturas. La cerca más interior que rodearía la torre del homenaje estaría conformada por nueve torreones circulares (todos ellos almenados y de un sobrado), cuatro en los extremos, tres de refuerzo en el medio de los muros sureste, noreste y sudoeste, y dos torres más flanqueando la puerta principal del último recinto.

Según los testigos del citado pleito una de estas torres tendría la denominación de Santa Eufemia y otra la de Torre Nova desconociéndose el nombre de las demás. Entre los diversos recintos defensivos, había al menos uno o dos fosos (uno de ellos siempre cubierto por agua). Otros elementos arquitectónicos y defensivos como puertas, poternas, puentes levadizos y barbacanas completarían un conjunto que en palabras de uno de los testigos, afirmación en la que varios más coinciden, “… y que hera alderredor cercada que paresçía una ciudad”.

HISTORIA
El castillo fue construido por el arzobispo Juan Arias hacia el año 1240 y, desde entonces, sirvió como residencia arzobispal y del cabildo, siendo testigo de gran parte de la historia medieval de Santiago. En el año 1255 aparece la primera mención documental de la fortaleza en relación con las constituciones capitulares de Juan Arias.

También se conserva el testimonio escrito de la reconstrucción llevada a cabo por Berenguel de Landoria después de los estragos causados por los ciudadanos de Compostela en el 1320, en el que fue el primer enfrentamiento documentado de los muchos que tuvieron lugar entre el pueblo de Compostela y el Obispado en esos tiempos. Estaba al frente de la sublevación Alfonso Suárez de Deza, personaje de la familia de los Deza-Churruchaos y mayordomo del hijo de Sancho IV de León y Castilla, el infante Felipe. Estos enfrentamientos se recogieron en el documento “Hechos de Don Berenguel de Landoria” en el que se narra como en el día de la purificación los ciudadanos de Compostela atacaron e incendiaron el castillo, teniendo que volver a ser levantado por el arzobispo.

También sufrió modificaciones sustantivas mandadas realizar por el sureño arzobispo Lope de Mendoza.

EL DÍA DE LA IRA
Algunos de los momentos más intensos de su historia se vivieron durante el convulso siglo XIV. El Papa Juan XXII nombró al dominico francés Berenguel de Landoria arzobispo de la rica e influyente Sede de Santiago de Compostela. Cuando Berenguel llegó a Santiago en el 1318, encuentra las puertas cerradas. La ciudad estaba levantada en armas contra el Arzobispo. Los burgueses compostelanos querían conseguir que el Ayuntamiento pasase a depender de la Corona (señorío de reguengo o realengo que poseía desde el año 1266)6​ en lugar de a la Iglesia, con la intención de obtener las ventajas de tener la fuente de poder señorial más alejada. Esta condición la habían perdido en el año 1309, ya que Fernando IV de León y Castilla le había concedido el señorío al Arzobispo Rodrigo de Padrón en agradecimiento a la ayuda prestada en el sitio de Algeciras.

Berenguel de Landoria se refugió en el Castillo de la Rocha Forte y desde allí acometió las negociaciones con los burgueses. Se refugió también en Noya (donde en agradecimiento al apoyo recibido ordenó construir las murallas de la villa y la Iglesia de Santa María a Nova) y Padrón, en la desaparecida Fortaleza de la Rocha Branca.

Después de meses de enfrentamientos, una embajada de burgueses en representación del Ayuntamiento de Santiago acude a la Rocha para negociar. Los soldados del arzobispo, bruscamente, cierran todas las puertas del Castillo y asesinan a los representantes de la ciudad. Era el 16 de septiembre del año 1320, el día de la ira. Once representantes compostelanos caen muertos acuchillados en el patio del Castillo, entre ellos, el autor de los “Hechos de Don Berenguel de Landoria” da los nombres del propio Suárez de Deza, al que denomina “Satélite de Satanás”, sus parientes los hermanos Andrade, Martín Martínez (canónigo), Juan Varela (infanzón), Juan García de Mesía y el notario Gonzálo Yáñez.

La cabeza de Alonso Suárez de Deza rueda sobre el patio del castillo. El 27 de septiembre se firmó la paz entre las partes en el atrio de la Iglesia de Santa Susana (lugar donde se reunía tradicionalmente el ayuntamiento de Santiago) por medio de la cual el arzobispo recuperó el control de la ciudad. A continuación procedió a la fortificación de la Catedral, incluyendo la famosa Torre de la Berenguela.

LA LEYENDA DE LOS CHURRUCHAOS
La tradición popular transmitió estos hechos:

“Hace mucho tiempo hubo un capitán que tenía una hija muy hermosa y deseada por muchos hombres. El capitán tuvo que partir a guerrear a África, ocasión que aprovecha el arzobispo compostelano para raptarla, encerrándola en el Castillo de la Rocha Forte. En esta fortaleza habitaban los Churruchaos, una banda de asesinos y ladrones que asaltaban y robaban en toda la región protegidos por el arzobispo.

Tras tener conocimiento de todo esto, el capitán regresa a Santiago el día de la fiesta del Corpus Christi, durante la celebración de la tradicional procesión por la ciudad; al llegar a la Rúa de la Balconada el capitán en su caballo, y con la armadura puesta, arremete contra el arzobispo con su espada dándole muerte allí mismo, hechos que recoge una copla popular:

“Preto da rúa do Villar,
na rúa da Balconada, mataron al arcebispo
por celos de una madama”.

La tradición dice que, tras el crimen, la calle fue purificada con sal y cerrada para siempre.

A continuación se dirigió cara el Castillo de la Rocha, lo cercó y lo derrotó, dejando en él a todos los churruchaos muertos entre las ruinas del castillo.

Complemento de esta leyenda es el dicho de que en este lugar se ve, a veces, una gallina con pollitos de oro, llamada gallina de los churruchaos y que sólo se deja ver por un momento y nunca se le vuelve a aparecer a la misma persona”.

Los hechos reales que están detrás de esta leyenda ocurrieron en 1366, teniendo como escenario las luchas sucesorias entre Enrique II de Castilla de Trastámara y Pedro I de Castilla, el Cruel. En aquel entonces regía la sede compostelana Suero Gómez de Toledo. El rey visitaba Santiago de Compostela y el arzobispo lo recibió en sus puertas retirándose después a la Rocha Forte.

Los recelos por la simpatía que profesaba el arzobispo hacia Enrique hace que decidieran asesinarlo, citando al obispo después de la siesta. Entrando a la Plaza del Obradoiro fue acuchillado por Fernán Pérez Churruchao y Alfonso Gómez Gallinato, en presencia del rey, espectador privilegiado desde las achicharres de la Catedral. Se trató en realidad de un crimen, en definitiva, motivado más por intereses políticos que sentimentales.

Los recuerdos que recoge la tradición de los desmanes de las gentes del castillo ocurrieron previsiblemente desde su construcción pero especialmente son recordados los sucedidos en la primera mitad del siglo XV y que también recuerdan las testigos más viejos del Pleito Tabera-Fonseca. Por último debe resaltarse que los churruchaos no fueron los dueños y autores de los desmanes sino enemigos del poder arzobispal y por lo tanto del castillo y sus moradores.

EL SITIO DEL CASTILLO
En el tiempo del gobierno del arzobispo Rodrigo de Luna, concretamente en el año 1458 se constituyó una Hermandad en Santiago formada por un grupo de nobles y mandatarios de Santiago, Noya y Muros. Las figuras principales fueron Juana de Castro, viuda de Rodrigo de Moscoso y su hijo Bernal Yáñez. Su objetivo fue el de defender las “libertades públicas” frente las acciones de los hombres del arzobispo.

Como primera medida buscaron el amparo del rey Enrique IV de Castilla para que mantenga a su lado al arzobispo en la campaña de la Guerra de Granada y proceden con la ayuda del conde de Trastámara Pedro Álvarez Osorio, Suero Gómez de Sotomayor, Lope Pérez de Moscoso y Fernando de Castro a sitiar el castillo. En la defensa del castillo se encontraba su teniente y castellano8​ (desde el año 1456) Álvaro Sánchez de Ávila. Gracias a sus buenas defensas el castillo resiste el cerco y Rodrigo de Luna pide al rey que interceda.

Enrique IV llegó a dictar hasta tres provisiones exigiendo el levantamiento del cerco, en mayo de 1458, el 12 de junio de 1459 dirigida al conde de Trastámara y el mismo día otra dirigida a Juan de Padilla Adelantado Mayor de Castilla para que ante el previsible incumplimiento de sus mandatos levante el cerco por la fuerza. Finalmente, movidos por la insistencia del rey y la dificultad de vencer las defensas del castillo, el 3 de septiembre del año 1459 en el campo de Mazarelos los levantiscos firman una concordia con los representantes del arzobispo por la que aceptan levantar el cerco.

EN EL TIEMPO DE LAS REVUELTAS IRMANDIÑAS
En el siglo XV, la Rocha se había convertido en un edificio odiado y temido por los labradores de la zona. Durante las décadas de 1450 y 1460, los soldados del arzobispo agrupados en el destacamento de la Rocha robaban el ganado, secuestran labradores y violan mujeres. Las denuncias quedaron registradas para el futuro en el Libro del Ayuntamiento de Santiago.

En el año 1467 se destruye definitivamente con ocasión de la Gran revuelta irmandiña iniciada en el año 1466. Algunos de los protagonistas en Santiago fueron Alonso II de Fonseca que estuvo un tiempo cautivo en el castillo de Vimianzo y de nuevo Bernal Yáñez de Moscoso que murió de un disparo de saeta cuando sitiaba la Catedral de Santiago de Compostela.

Uno de los primeros objetivos de la Hermandad en Santiago de Compostela fue el Castillo de la Rocha Forte ya que simbolizaba más que cualquier fortificación el poder del arzobispado de Santiago y el símbolo de la opresión feudal, por lo que fue atacado por gran cantidad de gentes (sobre 11.000 personas, basándonos de nuevo en los testigos del Pleito Tabera-Fonseca) y derribado.

Fue una de las primeras fortalezas en ser derribadas por los Irmandiños durante la Segunda Guerra Irmandiña y, al contrario de otras muchas, nunca fue reconstruida. En el año 1469, Alonso II de Fonseca venció a los sublevados en la Batalla de la Almáciga, con la ayuda de Pedro Madruga, recuperando definitivamente el control sobre el señorío y la ciudad.

Poco después de las ruinas del castillo se aprovechó piedra para construir una torre en alto del Pico Sacro con la finalidad de establecer una pequeña guarnición que sirviese para servir de atalaya defensiva en la frontera de las posesiones arzobispales y las de sus enemigos los Moscoso.

LEYENDA RELACIONADA
El Pico Sacro es un monte de forma peculiar en las cercanías de Boqueixón, Galicia.
Según una leyenda gallega local los discípulos del apóstol Santiago fueron instruidos a construir un sepulcro en el pico, pero encontraron un dragón en una cueva que guardaba la entrada al infierno.

https://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_la_Rocha_Forte

Imágenes: Lansbricae

Dibujo: Xurxo Constela