El Castillo de los Duques de Alba es una fortaleza situada en Alba de Tormes, Salamanca, España, que se remonta al siglo XII cuando el rey Fernando II de León hizo construir una simple atalaya. En el siglo XIII, el rey Sancho IV de Castilla convirtió la primitiva torre en un castillo.
Fue devastado por las contiendas de la época del rey Enrique IV de Castilla y por la de las Comunidades, pero posteriormente el I duque de Alba de Tormes, García Álvarez de Toledo y Carrillo de Toledo, lo reconstruyó y lo convirtió en su palacio privado.
HISTORIA
Previo a la construcción del Castillo de los Duques de Alba, cuyo resquicio a través de los siglos ha sido la Torre del Homenaje, se encontraba en Alba de Tormes una construcción llamada Alcázar. En dicho monumento solía residir la señora de la villa, Beatriz de Portugal, condesa de Arundel. Varios documentos confirman la existencia de esta residencia e incluso hoy puede corroborarse mediante el nombre de alguna de las calles de la villa, como pudiera ser la calle “Bajada al Alcázar”, junto con los restos de la muralla que aún se conserva. Bien es cierto que algunos historiadores han confundido este Alcázar con el Castillo de los Duques, pero no sería hasta 1426 cuando el término castillo de Alba figuró por primera vez en un documento firmado por el rey Juan II de Navarra.
El I señor de Alba de Tormes, Gutierre Álvarez de Toledo, perteneciente a la Casa de Alba y el linaje más importante de los siglos XV y XVI, nada más tomar posesión, mandó construir una fortaleza que le sirvió de residencia en la parte más elevada de la villa. En 1448, el rey Juan II de Castilla aguardó bajo su propiedad el castillo durante nueve años. El traspaso del castillo fue realizado por parte del rey Enrique IV de Castilla, el Impotente, quien le otorgó la propiedad a García Álvarez de Toledo y Carrillo de Toledo, II conde y luego I duque de Alba de Tormes.
Recién bajo el ducado de D. Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba o el Gran Duque de Alba, éste mandó construir una torre de vigilancia. Fernando engalanó la obra arquitectónica con los mejores mármoles, pinturas y tapices, y fue en esta época en la que también fueron realizados los frescos del Salón de la Armería. El castillo fue desde el momento de su construcción, concluida en el siglo XVI, residencia de los Alba. A mediados de ese siglo, la sobriedad de los severos muros de la Torre contrastó con la grandeza de su interior, donde la Sala de la Armería muestra los frescos renacentistas sobre la Batalla de Mühlberg. El castillo tomó aires palaciegos, convirtiéndose en uno de los más importantes de la geografía de España. Sus salas fueron escenario de representaciones de las primeras obras de Juan del Encina y sus muros alojaron figuras tan ilustres como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega o al rey Fernando el Católico.
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Imágenes: Alicia Rodríguez Vicente.